La hipocresia

Los Estados Unidos siguen dándose el lujo de usar la inmigración para manipular la opinión pública. No tiene sentido que nuestra nación ponga la inmigración ilegal en el centro del dialogo nacional habiendo suficientes leyes vigentes para resolver un problema que nunca debió llegar a las presentes proporciones.

Los Presidentes de México y Estados Unidos exponen que se oponen a la ilegalidad  migratoria pero la explotan. El Presidente Bush añade la mano de obra barata a la lista de adicciones de nuestra sociedad de consumo junto al petróleo, las drogas, mercancía de China y autos importados. Para enfatizar esta adicción Bush demanda un programa de trabajadores invitados. El Gobierno mexicano, por su parte, no ha hecho nada con las enormes ganancias petroleras para mejorar el nivel de vida del pueblo. México muestra signos de adicción a las divisas que los emigrantes envían a sus familiares, las cuales siguen aumentando anualmente. Ambos son adictos, con el destino de millones de seres humanos en sus manos y con la misma excusa de “demanda y abasto” que han usado para culpar a los consumidores de las adicciones y no admitir responsabilidad por la falta de liderazgo. (El no aceptar responsabilidad es una característica de los adictos).

La mayoría del pueblo americano tampoco acepta a los inmigrantes ilegales, pero se beneficia indirectamente de los ahorros en la mano de obra que realizan los productores de insumos básicos. Las oficinas están limpias, los árboles podados, las frutas y los vegetales tienen precios razonables, los platos están limpios y recogidos en los restaurantes. Todo esto porque los patronos emplean la mano de obra ilegal; la cual les ayuda a mantener los precios bajos. Estas realidades crean condiciones que no son propicias para que el pueblo americano, si le prestara atención al problema, demande la expulsión de los ilegales.

Los americanos no pierden empleos importantes en EE.UU. por los ilegales. Los pierden porque las corporaciones exportan los empleos. Las mismas corporaciones que emplean a los ilegales, a través de terceros,  para los trabajos poco importantes que no pueden exportar. Los famosos trabajos que los norteamericanos no quieren hacer por el salario que ofrecen. Este es el secreto a voces que tiene a los políticos debatiendo si expulsarnos o explotarnos. México y Bush cabildean por la explotación. Bush quiere que la mano de obra barata continúe accesible y México no quiere un regreso masivo de los ilegales. El Senado decidió legalizar la explotación con el proyecto de ley S2611. La Cámara legalizo la expulsión con la odiosa H4437. La Cámara y el Senado se sentaran antes de las elecciones de noviembre en una conferencia para homologar ambos proyectos.

Detrás de la presente crisis, además del dinero están los votos. No los votos de los Hispanos, como quieren hacernos ver, no, los votos de los Anglos. Los políticos de Estados Unidos leen los resultados del censo y ven que la faz de América esta cambiando vertiginosamente. Los Anglos no procrean lo suficiente para mantener su mayoría y al mismo tiempo envejecen. Loas hispanos mantienen altas tasas de natalidad y son jóvenes. Este hecho provoca pánico entre los que examinan el futuro de nuestra nación. Ellos piensan que el credo americano esta en peligro de desaparecer en los próximos 20 años. Vemos el resultado de esta aprensión en los acuerdos de reforma migratoria basados en la actividad en una sola frontera en lugar de tomar en cuenta el problema en total.

Estados Unidos tiene que considerar a Canadá y México de una forma diferente al resto del mundo. El Acuerdo de Libre Mercado en Norte América (NAFTA) fue aprobado por el Congreso de Estados Unidos en Noviembre de 1993 y entró en efecto en Enero 1, 1994. NAFTA se diseño como la base de un futuro Mercado Común de Norte América. La intención original era la de hacer las fronteras entre los tres países lo más inconspicuas posible; creando el área de libre comercio mayor del mundo para competir con la Comunidad Europea. Si los mexicanos fueran preponderantemente de ojos azules, hablaran ingles y el 89% no fueran católicos, ya estuviera en efecto el Mercado Común Norteamericano. Las fronteras serian el istmo de Tehuantepec y el Polo Norte y los ilegales a perseguir serian indios, asiáticos, europeos y del oriente medio. Evidencia este hecho étnico que Canadá llegó a tener frontera libre con Estados Unidos pero en la frontera con México construimos y expandimos murallas reales y virtuales y desplegamos operativos militares sin importarnos los cientos de años de historia común.

José R. Uzal (uzal@msn.com) escribe para el Latino Semanal., en West Palm Beach FL, sobre temas de interés para los hispanos parlantes.

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